La temporada 2010-2011 fue una campaña inolvidable en la liga turca. Al término de la primera vuelta la fuerza del Mar Negro, el Trazbonspor, lideraba con una clara ventaja sobre sus perseguidores, Bursapor, segundo, y Fenerbaçe, en tercera posición, con remotas posibilidades de conseguir el título.

Los equipos de la Superlig turca

Todo cambió para ellos en la segunda vuelta, cuando empezaron a encadenar una victoria tras otra, ante el asombro de los quipos rivales y el éxtasis de sus fans. No perdieron ningún partido, ganando 16 sobre los posibles 17 que se jugaron en la segunda vuelta. Gracias a estos resultados, y a su victoria contra el Trazbonspor, el Fenerbace se llevó el título por goal average. Un hito en su historia ya que sumaban su liga número 18, que les convertía en el club más laureado de la historia de la liga turca, la Superlig.

Una vez más, no es oro todo lo que reluce

La alegría duró poco, sin embargo. Poco después de la celebración de las elecciones generales de junio de 2011, en un astuto movimiento de despiste de la opinión pública, la policía realizó una acción parecida a la que se realizara en Bochum, allá por el año 2009, inspeccionando por sorpresa casas de directivos y futbolistas de varios clubes, y realizando detenciones masivas. En total, fueron 93 los detenidos, y cientos los cuestionados después de varias tandas de investigación.

El peso del escándalo recayó en el Fenerbaçe, el flamante campeón, aunque las pesquisas arrojaron resultados que invitaban al horror: 14 de los 18 clubes de la Superlig estarían implicados en una trama de amaño de partidos a gran escala, fusionando deporte y crimen organizado en un ente indiferenciado. Las fuerzas del orden incluso encontraron un pequeño arsenal armentístico en alguna de las casas investigadas, evidentemente usadas a modo intimidatorio para asegurar los amaños.

Ibrahim Akin. Condenado a un año de cárcel

La famosa remontada ya no tenía nada de mítico, en seguida algunos de los detenidos empezaron a confesar su involucración, y dieron detalles de cómo había sucedido todo. Ibrahim Akin, jugador del Istanbul BB, reconoció que él directamente había participado en el amaño de dos partidos, uno contra el Fenerbaçe y el otro, contra el Besiktas en la final de la copa turca. Poco después declaró haber confesado bajo presión, denegando todo lo que había dicho, aunque ya poca gente le creyó. Otros hicieron lo mismo, y la mayoría dijeron no estar implicados pero haber sido aproximados con propuestas de amaño.

Prácticamente todo el equipo directivo del Fenerbaçe, dirigidos por la figura de su presidente, Aziz Yildirim, estaban implicados en esta trama que había convertido la máxima competición futbolística turca en un campo de trabajo del crimen organizado. Yildirim, multimillonario contratista de la OTAN, lanzó una campaña de victimismo, movilizando a las masas de fans, intentando ser visto como el chivo expiatorio en una estrategia de desprestigio.

Tantas veces visto en la historia, la táctica del despiste y victimismo funciona bien, y la lentitud de la justicia suele jugar a favor del sospechoso si es de un perfil mediático, ya que se olvidan sus supuestos delitos a medida que pasan los días, y su figura tiende a convertirse en un ente mesiánico que lucha contra el mundo.

Singapur, la conexión asiática

¿Pero cómo tenía indicios la policía de que había que investigar la liga? Lamentablemente no se saben los detalles ya que el juez Nurullah Çinar decretó secreto de sumario y la prohibición a la prensa de publicar testimonios relacionados con el caso, sin embargo, unos meses antes –febrero 2011- , ocurrió algo en Turquía que bien podría haber levantado las sospechas a más de uno, de que los cárteles asiáticos de las apuestas ilegales podrían estar operando a sus anchas en territorio otomano.

El 9 de febrero de 2011 se jugaron en Antalya, Turquía, dos partidos amistosos entre selecciones internacionales, no eran lo más excitante que se puede ver en fútbol internacional pero cuanto menos eran selecciones con cierto pedigree. Letonia se impuso a Bolivia 2-1, y Estonia y Bulgaria empataron 2-2. Lo curioso del caso es que todos los goles de ambos partidos se anotaron desde el punto de penalty, un total de siete penaltis lanzados, algo ciertamente raro e improbable en el deporte rey. Para más inri, uno de los penalties se falló y el árbitro mandó repetirlo. Y se marcó.

Se supo después que la empresa organizadora de los partidos, Footy media International, propiedad de un hombre de negocios de Singapur, Anthony Santia Raj, había contratado para el partido árbitros “de segunda” húngaros y bosnios, en contra de la voluntad de la FIFA, que luego fueron suspendidos por la este organismo y sus respectivas federaciones a raíz de los sucesos.

Seguidamente quisieron investigar la compañía en cuestión, solo para descubrir que se trataba de una empresa falsa, que desapareció sin dejar rastro en cuanto el caso empezó a ver la luz pública. Aún así, el esfuerzo no fue del todo en balde y las conexiones de Chris Eaton -entonces jefe de seguridad de la FIFA- con la Interpol, más su sapiencia en materia delictiva empezaron a dar sus frutos. Fue así como la detención en la lejana y fría Finlandía de un ciudadano de Singapur, llevó a la pista del cártel amañador de partidos detrás de Footy Sports.

Finlandia, la conexión nórdica

Un tal Wilson Raj Perumal, hombre de paja de Footy Media International, fugitivo en su país por varios delitos, fue detenido en el país nórdico debido a sus operaciones sospechosas en ese país. Una vez bajo tutela judicial, en una maniobra sin precedentes en el mundo del hampa, Raj Perumal decidió traicionar la omertá que suele existir en el mundo del crimen organizado, y denunció a sus patrones ya que decía sentirse utilizado por ellos, los verdaderos responsables que deberían estar en la cárcel en su lugar. Al descubierto quedó que Turquía se había convertido en una cabeza de puente para los cárteles asiáticos de apuestas ilegales.

Wilson Raj Perumal. En Finlandia tampoco encontró la tranquilidad

Se cree que los organizadores del amaño ganaron millones apostando a que en ambos encuentros se marcarían más de dos goles. Chris Eaton, dijo querer llegar hasta el fondo de las investigaciones, y alcanzar a los verdaderos cabezas pensantes de la trama, algo nunca visto hasta la fecha y que probablemente le granjeara muchos problemas y presiones de distintos ámbitos. Un mes después dimitía de su flamante cargo como jefe de seguridad de la FIFA, para perderse en el olvido.

Así las cosas, este caso debió preocupar suficientemente a las autoridades turcas como para ponerse en serio en el tema e iniciar una investigación a fondo. Son todo conjeturas, pero el hecho de que dos partidos con selecciones internacionales se pudieran amañar con tanta facilidad en suelo turco hacía suponer que en la liga podría estar sucediendo algo parecido.

Y no fue parecido, sino mucho peor. Aunque como suele ocurrir en estos casos, como ya ocurriera en el caso de Bochum, los escándalos italianos, o incluso en la NBA, el trabajo de la policía fue “corregido” cuando no contradecido por las autoridades políticas del país, defendiendo a saber qué intereses patrios y/o particulares.

El caso fue tan notorio y despertó tantas pasiones en la opinión pública turca que se perdió la perspectiva y se convirtió en un juicio sobre el papel jugado por el Fenerbaçe y su presidente Aziz Yildrim, y se dejó a un lado la investigación de la trama criminal que había hecho que se llegara a esta situación.

Un Happy End siempre gusta a más gente

Al principio, tanto la fiscalía, la TFF (Federación Turca de Fútbol) y la FIFA, tenían claro que las condenas serían ejemplares; la zero tolerance que dice practicar la FIFA en estos casos. Se decía que Yildrim se jugaba cadena perpetua y que tanto el Fenerbaçe como los otros clubes implicados descenderían de categoría, además de abonar importantes multas económicas.

El impacto de ese primer momento no duró demasiado, ya que la TFF no encontró un consenso sobre lo que debía hacerse y poco a poco la tolerancia cero se fue diluyendo, y la teoría del asesino solitario fue tomando cuerpo. Así, llegó la intervención decisiva del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, que quería una solución rápida del caso, e insinuó que cada uno tenía su culpa propia, que los delitos no formaban parta de una trama bien orquestrada, y que se debían juzgar individualmente.

Aziz Yildrim. Aclamado como una estrella a la salida de la cárcel

Se tomó buena nota de las palabras del primer ministro, y el trabajo en los juzgados retomó esta nueva dirección, suavizando notablemente cualquier posibilidad de condenas en bloque por participación en crimen organizado.

De este modo, el pasado 3 de julio, justo un año después de saltar en escándalo, se conoció la sentencia a los acusados. Los clubes no descendieron, más de la mitad de los detenidos fueron absueltos y los demás recibieron penas de cárcel pequeñas. Aziz Yildrim fue condenado a 6 años de cárcel, pero liberado por haber cumplido ya una parte de la condena en prisión preventiva. A la salida del vitoreado cómo un héroe por centenares de seguidores.

Lo peor del caso es que la sentencia, después de todo el esfuerzo realizado por los detectives y policías durante tanto tiempo, concluyó con que sólo había cuatro partidos sospechosos de estar amañados, y que además se deberían a caprichos de algunos de los participantes en él.

De nuevo, el gran esquema de las cosas desparecía, y con él la posibilidad de descubrir cómo funcionan los cárteles de apuestas ilegales en toda su dimensión. Parece claro que, como creen Declan Hill o Andrew Jennings, que esto no ha hecho más que empezar, y que los casos van a sucederese –si no están sucediendo ya- cada vez más a menudo, a no ser que se apliquen todos los recursos y esfuerzos necesarios para evitarlo.

Tags

 

0 Comments

You can be the first one to leave a comment.

Leave a Comment