El proceso de Torino

Después de cuatro años de investigaciones, en el 2002 empezó en Torino un proceso contra la Juventus. Siete fueron las acusaciones: fraude en competiciones deportivas, encubrimiento, estafa, posesión de fármacos procurados con recetas falsas, suministración de medicamentos peligrosos, detención de fármacos no autorizados, violación de la ley de seguridad en los lugares de trabajo, violación de la ley contra el SIDA.

Los fiscales, coordinados por Raffaele Guariniello, apuntaron como principales acusados a Antonio Giraudo, administrador delegado de la Juve, a Riccardo Agricola, médico del equipo blanconegro, y a un farmacéutico de Torino, Giovanni Rossano.
La acusación principal era el “fraude deportivo”. Según el magistrado, Agricola “trató” a varios jugadores con diversos medicamentos, tanto prohibidos como permitidos, sin recetas, sin rastro en las fichas clínicas y sin el consentimiento de los mismos. El objetivo era producir “una activación bioquímica, bioenergética y neurotransmisora para aumentar el rendimiento” y condicionar de este modo los resultados de las competiciones.

El período al cual se refirieron las acusaciones comprendía las cuatros temporadas seguidas a la de 1994/95: la Juventus ganó tres ligas, una Champions League, dos Supercopas italianas, una Supercopa Europea y una Copa Intercontinental.

Una de tantas redadas contra el doping en territorio italiano

A parte de anestésicos, analgésicos, antiinflamatorios, corticosteroides y suplementos dietéticos, el médico de la Juve daría a su jugadores fármacos como el Samyr, normalmente utilizados para curar síndromes depresivos, el Lipozom forte, activador neuroquímico, el Neoton, remedio contra las isquemias cardiacas, y la Esafosfina, usada para los enfermos sometidos a transfusiones.

Las investigaciones médicas llegaron a suponer incluso el uso del EPO: fueron encontradas en las fichas sanitarias de los jugadores “importantes incrementos de los valores del hematocrito” hasta superar el límite del 50%.

Guariniello pudo demostrar que en las estanterías de la farmacia blanconegra había hasta 281 tipos de medicamentos diferentes: una cantidad desproporcionada para una estructura no sanitaria. Algunos de estos productos, además, sólo se hubieran podido subministrar dentro de un hospital según lo que disponía la normativa.

En el verano 2003, delante del juez desfilaron varios jugadores como Del Piero, Conte, Baggio, Lombardo, Peruzzi, Ferrara, Montero, Zidane e Inzaghi, entre otros. Algunas declaraciones de los futbolistas llevaron al mismo juez Giuseppe Casalbore a declarar durante los interrogatorios: “Tenéis que contestar a las preguntas. Si todo el mundo viene aquí a no decir nada, es aún más alarmante”. El caso más evidente fue el de Torricelli, cuya versión de los hechos “es verosímilmente preparada ad arte” según el juez. Además Alessio Tacchinardi “declaró en falso”, Attilio Lombardo fue “evanescente”, mientras Vialli fue “fumoso” y “poco convincente”.

Finalmente el de 26 noviembre del 2004 hubo la sentencia de primer grado. Riccardo Agricola fue condenado a un año y 10 meses por fraude deportivo y suministración de medicamentos de manera peligrosa. El administrador delegado, Antonio Giraudo, fue absuelto por falta de pruebas. El farmacéutico Giovanni Rossano llegó a una conciliación de la pena de 5 meses de cárcel por haber abastecido Agricola con medicamentos violando la normativa sobre la utilización de las recetas.

Un epílogo digno del Gattopardo

“La Revolución de Terciopelo” de Zeman no tuvo el éxito rotundo que logró Václav Havel con la “versión original” de 1989. El escritor y dramaturgo lideró la liberación de la Checoslovaquia de la dominación soviética para defender los derechos humanos de sus compatriotas. Entre estos Zeman que, años después de emigrar lejos este régimen, empezó una lucha en nombre de sus principios personales y deportivos. Los diferentes epílogos de estas dos “revoluciones de terciopelo” se deben a las características éticas, sociales y culturales del contexto donde se desarrollaron. Italia, de hecho, es históricamente el país del Gattopardo, cuya filosofía es “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”.

Así pues, el 14 de diciembre del 2005 el Tribunal de apelación de Torino anuló la sentencia de primer grado absolviendo tanto a Riccado Agricola como a Antonio Giraudo. Los jueces Gustavo Witzel, Pietro Capello y Teodora Spagnolo dictaminaron no aplicable la ley 401 del 1989, sobre el fraude deportivo, por la utilización de fármacos por parte de la Juventus. Un golpe duro para el fiscal, Guariniello, que ya en el primer grado había pedido penas mucho más severas.

El final de la historia judicial del escándalo del dopaje en Italia llegó el 29 de marzo del 2007 con una sentencia que tuvo el agro sabor de la farsa. Francesco Morelli, presidente de una sección de la Corte de casación, dispuso la anulación de las absoluciones al médico y al directivo blanconegros dictadas por el Tribunal de apelación. El Tribunal Supremo italiano confirmó así que el dopaje es una práctica sancionable como fraude deportivo.

Giraudo, Capello y Moggi. Trio juventino donde los haya

La farsa acabó en burla: la misma Corte dictó que Agricola y Giraudo no podrían volver a ser juzgados por los delitos cometidos ya que éstos habían prescrito. El Supremo, de hecho, confirmó la tesis de la acusación pública y definió que los delitos habían sido suficientemente probados, a excepción de la suministración del EPO a los jugadores.

El epílogo no fue totalmente satisfactorio para nadie. La acusación pública apeló que los cálculos para la prescripción no eran correctos, pero vio validadas sus acusaciones por parte del Supremo. La Juventus no consiguió quitarse la mancha del dopaje, pero nadie resultó condenado y al final su abogado, Paolo Trofino, dijo: “De todas formas el honor está a salvo”.

Mientras tanto la trayectoria profesional de Zeman se encarrilló en una inexorable parábola descendiente, después de las declaraciones del verano de 1998. En 2009, durante el juicio de Calciopoli, otra vez contra la Juventus, el técnico bohemo llegó a declarar que Luciano Moggi, deus ex machina del club blanconegro, intervino personalmente para perjudicar su carrera en varias ocasiones.

Actualmente Zeman entrena al Pescara en serie B. El equipo está dibujando sobre césped su brillante idea de futbol y está luchando para un ascenso a primera que nadie se planteaba a principios de temporada. A esta altura de su aventura profesional, el espíritu del bohemo no ha cambiado: ser coherente con su ética personal y filosofía futbolística. Dijo una vez: “A veces un perdedor te enseña más que un ganador. Creo que he aportado algo más y algo diferente a la gente”. Esta es la verdadera “Revolución de terciopelo” de Zdenek Zeman.

Zeman-story con subtítulos en español.
Canción de Antonello Venditti dedicada al técnico.

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