Bochum 2009, “la punta del iceberg”

En el 10 capítulo de la 2ª temporada de la magnífica Boardwalk Empire, Nucky Thompson, el protagonista máximo de la serie, lee la portada de un periódico de 1921 con la noticia del juicio sobre los Black Sox, por el amaño de las finales de la liga de béisbol de EEUU en 1919. Sin sorprenderse lo más mínimo, le pregunta a Arnold Rothstein, en esa época el apostador más importante en Estados Unidos, si él fue el responsable de sobornar a los jugadores. Rothstein le responde que él está igual de sorprendido que todo el mundo, que no tiene nada que ver con el asunto. Por supuesto, el espectador no le cree, y Nucky tampoco, pero los jueces nunca llegan a probar que él fuera el responsable. Y en la realidad tampoco se pudo.

El episodio de los Black Sox perdiendo aposta contra los Chicago White Sox reside todavía en el imaginario de los norteamericanos como un trauma nacional, porque hizo que la sociedad se diera cuenta que el deporte profesional había perdido su inocencia, y la gente se planteara la cuestión básica de ¿cómo es posible que profesionales millonarios se dejen sobornar para perder partidos? Algo parecido sucedió en Noviembre de 2009 en Europa, cuando un intrépido equipo de policías de Bochum, una ciudad alemana, hicieron público que habían destapado una red de amaño de partidos operando a lo largo y ancho de Europa.

La investigación abre la caja de los truenos

A través de escuchas telefónicas grabadas y algún agente infiltrado, la policía alemana contó al menos 200 partidos que habían sido amañados  por el entramado criminal. Este grupo lo configuraban habituales sospechosos del mundo de las apuestas ilegales, directivos de club y jugadores de equipos. En este emocionante momento, Andreas Bachman, el fiscal a cargo de la operación, declaró a los periodistas que eso era tan solo “la punta del iceberg”, algo que todo el mundo sabe en los estamentos futbolísticos aunque se quiera esconder.

¿Pero cuáles eran los partidos amañados? 32 partidos en de la segunda división y categorías regionales alemanas, 11 de la Bundesliga austríaca, 17 partidos de la segunda división Belga, 29 partidos de la primera división turca, 22 de la segunda suiza, 14 de la primera croata, 13 de la primera húngara, 8 de la primera de Bosnia Herzegovina, y finalmente 12 partidos de las rondas clasificatorias de la Europa League y 3 de la alma mater de las competiciones de club, la Champions League. (Uno de ellos bien podría haber sido este, de no ser porque todavía no había ocurrido…)

Lo que había conseguido un puñado de policías de Bochum  -una ciudad de 350.000 habitantes- no lo había conseguido la UEFA ni la FIFA en años de prometer mano dura contra cualquier indicio de amaño de partidos. En esta ocasión, los mandatarios futbolísticos, se apresuraron a declarar que no habría escrúpulos con los delincuentes, que abrirían su propia investigación, y que crearían una unidad especial para luchar contra estos casos, con el objetivo de monitorear, para la campaña 2009-2010, hasta 27.000 partidos oficiales (¿hay tantos?). Como en tantas otras ocasiones, fueron promesas vacías con el objetivo de aplacar la ira de la opinión pública en un momento tan difícil para la imagen de la organización.

La crisis de la FIFA se solucionó con el fichaje estelar de Chris Eaton, agente de la Interpol y experto en estas materias con más de 30 años de experiencia y prestigio internacional. Eaton se incorporó a la FIFA con propuestas muy ambiciosas para luchar efectivamente contra las apuestas ilegales. En poco más de dos años había dimitido. Normal si se observan los “esfuerzos” que hizo la FIFA para apoyar su proyecto. El propio Eaton, en una entrevista en la página de la entidad, declara que tiene 1 investigador en Colombia para controlar toda

Suramérica, otro en Jordania para todo Oriente Medio y África y un equipo de 4 en todo el sureste asiático -donde se concentran la mayoría de apuestas ilegales del mundo-, no parece precisamente una oficina con mucha capacidad de acción, si se tiene en cuenta la cantidad enorme que se mueven las apuestas ilegales al año según la Interpol, unos monstruosos 140.000 millones de dólares .

Las consecuencias de la operación policial

Pero volvamos al caso que nos ocupa. Se detuvieron a 15 personas en Alemania, otras 2 en Suiza y se incautaron 1.5 millón de euros en metálico. El revuelo fue mayúsculo ya que se creía que esto solo iba a ser el principio de una serie de detenciones en cadena por toda Europa. Algunas casas de apuestas, como la renombrada William Hill “amenazaron” con dejar de apostar en partidos de final de temporada, al parecer los más susceptibles de ser amañados. Éstas no habían sido suficientemente hábiles para ver los nuevos métodos del grupo criminal.

Los nuevos métodos consistían en algo más sofisticado que sobornar a todo el mundo, ahora centran los esfuerzos en “saber” cual iba a ser la diferencia de goles, a quién sacarían la primera tarjeta, quién provocará la primera falta, y lo más interesante de todo, en asegurarse que el equipo débil, el que supuestamente debía perder, efectivamente lo hiciera, con lo cual la apuesta dejaba de ser sospechosa.

El crimen organizado se adapta muy rápidamente a las condiciones, y rápidamente encuentra puertas por dónde introducir su infinita capacidad económica. Por supuesto, la policía de Bochum, al destapar este caso, no terminó con el problema de los amaños de partidos, estos siguen con salud de hierro, y van creciendo. Un estudio realizado por el Sindicato Mundial de Futbolistas Profesionales (FIFPro) entre miles de futbolistas profesionales de las ligas de todo el mundo revela que más del 23% de ellos sabe de alguien que recibió dinero para amañar un partido, y que más del 11% se lo ha planteado alguna vez. En Rusia la cifra llega hasta el 40% por ciento.

¿por qué deportistas millonarios caen en la tentación?

Parece que en los países del Este y ligas más flojas el problema del dinero es determinante para que un futbolista pueda ser sobornado, pero los casos de Italia y Turquía demuestran que el problema alcanza todos los niveles. ¿Por qué alguien con todo este dinero se deja sobornar?, Declan Hill, reconocido investigador del submundo de las apuestas ilegales, estableció una base de datos con el objetivo de responder a esta cuestión. Curiosamente, los patrones determinaron que los jugadores profesionales a partir de los 26 años son más susceptibles de dejarse sobornar. La perspectiva del final de su carrera, y consecuentemente, el final de sus cuantiosos ingresos, les haría más susceptibles de caer en la tentación de ganarse un dinero extra.

Asimismo, son mayoritariamente exfutbolistas que no han podido hacerse un hueco como entrenadores, o no han encontrado una salida satisfactoria posterior a su carrera profesional, los que hacen de nexo entre el mundo mafioso y el mundo futbolístico. Respetados por los jugadores en activo, éstos se introducen en los vestuarios y plantean a los susceptibles de dejarse sobornar cómo ganar dinero fácil. Otros casos se generan a causa de problemas con el juego, directas extorsiones, un saldo de cuentas, y últimamente se detecta una causa en aumento cómo es el impago de los salarios a los futbolistas. Una situación que se repite cada vez con mas asiduidad en el futbol actual por la inmensa deuda que arrastran la mayoría de clubes.

¿Y cómo terminó el escándalo destapado por la policía de Bochum? Hasta la fecha sólo se han sentenciado a 3 hombres a prisión, con penas de entre 3 y 5 años. No sabemos, y probablemente no lo sepamos nunca, hasta dónde llegaba el entramado, cuántos directivos, qué jugadores, o incluso qué periodistas y cargos oficiales estaban dentro. Lo único que parece claro es que 3 tipos no han podido por sí solos amañar 200 partidos en toda Europa.

El escándalo de los Black Sox, 83 años después, todavía se recuerda en EEUU, mientras que aquí en Europa no hemos tardado ni tres años en pasar página de este megaescándalo, cómo si con la detención de 15 personas en Alemania se hubiera solucionado el problema. La triste realidad es que los Nucky Thompson y los Arnold Rothstein siguen campando por Europa a sus anchas, y no parece que haya ningún organismo con voluntad y poder para terminar con sus lucrativas actividades.

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